Se suelen hacer balances al final de un año, como una manera de abordar el que sigue. Yo no sé si deseo hacer algo así, de lo que estoy segura es que no quiero que se vaya el 2016 sin nombrar algunas cosas y personas del San Jorge querido que se va yendo. Sin nombrar a Elsa Mirabet, por ejemplo. Y al almacén de Elsa Mirabet.
Uno pasa por la esquina de Av. Alberdi y Rivadavia, y está –afortunadamente todavía está- el cartel enorme que dice “ALMACÉN Elsa Mirabet. Puede uno mirarlo o no. Yo lo miro. Y recuerdo. Estaba ella a veces sentada sola afuera. Pero la mayoría de las veces adentro, detrás del mostrador, atendiendo y charlando “ad infinitum” con la gente. Creo que habría sido una buena embajadora, Elsa, con delicadeza lo digo, para sonreír un poco en medio de la tragedia. Porque yo no sé si se le llamó así pero en verdad lo fue. De golpe Elsa no abrió el negocio y pasaron un par de días y seguía sin abrirlo. Elsa, su parte física, no estaba más. Nadie lo sabía. ¿Puede pasar desapercibido este hecho triste para San Jorge?
El de Mirabet fue uno de los negocios de mayor trayectoria de nuestra ciudad. Con persistencia en el tiempo y también en la calidad. Porque a Elsa le gustaba vender productos de calidad, y cobrar lo que se debía, nunca de más o algo así. Elsa continuó de muy buena manera el negocio que su papá y su mamá habían iniciado, allá por las primeras décadas del 1900. Rubro “Almacenes y Despensas”.
¿Puede pasar el 2016 sin que se te mencione, Elsa?
Desde mi palabra, y mi corazón, yo te nombro. Elsa. Elsa Mirabet, símbolo de un San Jorge que ya no es. Celebro tu honestidad y tu vida. Celebro y animo a sus amigos y conocidos a que la nombren, para que esté ella de esta otra manera entre nosotros. No dejemos que se diluya. Todos somos parte de todos.
Con respeto, in memoriam
Marta Bruno
29 de diciembre de 2016
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Dos momentos más
Otro ícono de San Jorge fue la ZAPATERÍA QUARANTA. Este es el primer año que no está. En este 2016, cerró definitivamente la zapatería de Quaranta. Uno de los comercios más antiguos del “pueblo”.
En otro texto, hablaremos de ella. De Juan, de Pedrito, de Eduardina Besso, la mujer de Juan, de Francisco, del padre de Juan, de Rogelio. Por ahora, sólo saber que la esquina de Rivadavia e Irigoyen es ya recuerdo.
Habría muchas cosas para evocar. Yo elijo tres momentos representativos, tal vez, de nuestra comunidad. Pero sé que pueden faltar muchos. Invito a quien necesite hablar de algo en especial que lo haga.
El tercer momento que selecciono es el que en la ocasión, en el mes de septiembre, llamé viaje desconocido, o viaje imposible. El viaje inesperado del amigo Cacho Calamari, querido por todos. No puede terminar el 2016 sin que esté él, de esta manera virtual, en la pantalla o en nuestros corazones.
Estos apuntes periodísticos tienen una intención concreta: la de aportar a la historia de nuestras poblaciones. En los diarios de papel, quedan en Archivo, y es posible consultarlos muchos años después. Aquí, en el cyber-espacio, veremos de qué manera perduran.
La memoria, aunque dolorosa a veces, ayuda a seguir. Y a renacer. Hagamos memoria.
Marta Bruno
Final del año 2016