Cada esfuerzo sincero por priorizar al Amor divino en el pensamiento ayuda a despertar el sentido de hogar, a la consciencia que está dentro de cada uno. Por María Damiani
Muchas personas emigran en busca de mayores posibilidades para lograr un hogar feliz. España es uno de los países europeos donde más emigrantes especialmente los procedentes de Latinoamérica, Marruecos y del este de Europa, vienen buscando esa ayuda. La mayoría de ellos suelen exponerse a obstáculos como la soledad, la comunicación, la inserción cultural, la dificultad de encontrar un trabajo, etc. y sienten en muchas ocasiones que es un viaje a la exclusión social, a la pérdida de su hogar e identidad.
Desde el sentido humano el hogar representa una estructura material, pero la construcción de un hogar espiritual va más allá, es un proceso diario que se construye con cimientos sólidos, con cualidades espirituales y en realidad todo trata de alcanzar la conexión con la consciencia del Amor.
La mejor forma de encontrar realmente el hogar es desde una base de amor, porque de esta forma aunque haya tempestades y fuertes vientos estando afirmado en la solidez como de una roca, nadie puede perjudicarlo. Es en ese hogar donde nos movemos, dejamos los corazones en libertad y donde nos sentimos seguros.
Desde una perspectiva espiritual se puede relacionar el cielo con el hogar.
“¿Y el cielo, donde está?” , fue la pregunta que formulé hace unos años en mi clase con niños de cinco años de edad. Dos niños señalaron hacia arriba pero uno de ellos dijo: “El cielo está donde está Dios, Dios está en todas partes, aquí mismo. De modo que el cielo está en todas partes, aquí mismo”.
En el best seller Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, cuyas doctrinas son elevadas y puras, la teóloga y metafísica Mary Baker Eddy relaciona el hogar con el cielo y define a este último como “armonía; el reino del Espíritu; gobierno por el Principio divino; espiritualidad”. “Hay un único camino que conduce al cielo, la armonía, y el Cristo en la Ciencia divina nos muestra este camino. Es no conocer otra realidad –no tener otra consciencia de la vida– que el bien, Dios y Su reflejo, y elevarse sobre los así llamados dolores y placeres de los sentidos.”
Cualidades espirituales como la pureza, el amor y la compasión son las que abren la puerta de entrada al cielo, al hogar del Principio divino.
Cuando los pensamientos, los propósitos y los anhelos son profundos hacen que estemos impregnados de la presencia del bien. Morar en ese cielo es vivir en un estado de consciencia otorgado por la Sabiduría y es en esa consciencia del Amor donde encontramos la identidad verdadera.
Cuando emigré hace muchos años a España desde de mi país Argentina, experimenté la sensación que a cualquier sitio que vayas llevas las bases de tu entendimiento espiritual para construir la estructura de tu hogar. Adonde vayas, tu hogar va contigo porque tu esencia real es inalterable e imperturbable.
Cuando uno comprende esto puede reconocer que el verdadero hogar y cielo, ya sea en otro país, en una casa, un piso o una tienda de campaña, está en la consciencia del dulce sentido y presencia del Bien, basada en la comprensión de Dios y en la invariable relación con El.
No hay cielo que encontrar ni hogar que buscar porque siempre están presentes. ¡Cielo y hogar hallarás en tu elevado estado de consciencia!
Por María Damiani . Email: spain@compub.org Twitter: @compubespana