Poseedor de una de las bibliotecas más nutridas de San Jorge, el Dr. Ghío –“Alberto”, como quería ser llamado él- dejó una huella honda, verdadera.
Éste es el primer 17 de agosto que no está. En forma física, desde luego, porque su actuación en la vida cultural de nuestra ciudad fue tan grande, que su influencia se perpetúa y significa aún hoy un aporte real a la comunidad.
Con toda humildad, pienso que es necesario revalorar su acción social. Ghío fue el referente indiscutible de la Asociación Cultural Sanmartiniana, que había formado con personalidades locales. Y, en esta ocasión, seguramente estaría complacido de recordar uno de los costados poco difundidos del Libertador San Martín: su solidaridad con los pueblos originarios de esta parte de América, su amplia mirada integradora.
Por Marta Bruno