Se acerca un nuevo 12 de octubre y entonces aparece nítida la fecha del 11, último día de libertad de los pueblos indígenas de América.
La ocasión es propicia para reflexionar sobre la diversidad cultural, vale decir, sobre un precioso regalo que la vida puede hacernos: el de aprender a valorar e integrar costumbres, creencias y modos de ver la vida distintos a los conocidos. Una forma de armonía, una posible manera de relacionarse en comunidad.
Desde el año 2010 el 12 de octubre pasó a ser “Día del respeto a la diversidad cultural”. Aún así, esa fecha remite a una realidad terrible y difícil. Dolorosa siempre. Es necesario hacer memoria, es bueno no olvidar.
Los pueblos indígenas de América reivindican a sus ancestros, defendiendo territorio, idioma, alimentación, medicina tradicional y todos los otros aspectos que hacen a su cosmovisión. Por eso conmemoran el 11, el día 11 de octubre.
Hay jornadas de charlas, encuentros, música, canto… Se necesita reconstruir historia y vida negada y pisoteada durante mucho tiempo.
Vuelvo a recordar las palabras del gran estudioso y escritor Adolfo Colombres, en ocasión de los 500 años del “Descubrimiento” : “En realidad”, expresa Colombres, “aquél fue el tiempo de los conquistadores, de los asesinos, de los “anti-descubridores”. ¿Por qué el conquistador iba a ser descubridor? “. Y hace la diferencia entre “descubrir” y “conquistar” (….). Por lo tanto, “el siglo XVI sería el del cubrimiento de América, en el que fueron ocultadas sus principales manifestaciones. Lo que signó a la conquista de América es ese negarse a ver al otro para no tener que reconocer su importancia, la validez del modelo que se viene a destruir y la fragilidad de la ‘razón’ que se invoca”, dice Colombres.
Reconozcamos su importancia, entonces. Conquistemos una nueva manera de actuar. Descubramos una mirada nueva, solidaria, reparadora.
Por Marta Bruno