Para que las montañas estén en pie, se ha necesitado una fuerza indescriptible, pero están donde están para dar testimonio del poder del Amor.
¿Podemos imaginarnos acaso como este Amor dirige a toda la creación del universo? No creo que el universo estuviese bien ajustado si no existiera ese poder o Mente superior.
El hombre continuamente está tratando de explorar la mente humana, mientras que la ciencia del cristianismo se inclina a comprender al Principio universal que creó todo lo bueno. La mente humana tiende a ser proclive a la variación y por lo general presenta una naturaleza indefinida.
En la Biblia, el apóstol Pablo dice que, sin el Espíritu de Dios, no podemos entender realmente las cosas más allá del plano humano y expresa: “Hermanos no os conforméis a este siglo”, es decir es posible renovarse y transformarse en la fuerza del Espíritu y esto se puede lograr con una disciplina mental, enfocados en la bondad pura de Dios que normalmente asociamos con nuestra idea de lo divino.
Es fundamental descubrir las distorsiones del pensamiento y para su detección puede emplearse una herramienta valiosa, la oración.
Según el médico y profesor americano de la Universidad Thomas Jefferson, Andrew Newberg, las prácticas espirituales tradicionales como la oración son capaces de alterar las conexiones neuronales del cerebro, conduciendo a “estados duraderos de unidad, paz interior y amor”. Después de realizar un estudio a través de la tecnología de las resonancias magnéticas descubrió aplicándola en más 40 mil casos que la oración es realmente poderosa.
La oración puede enfocarnos en las acciones buenas, en una calma constante y una confianza clara y segura.
Hay una manera distinta de ver las cosas, la vida desde el diseño de una Mente inteligente. Esa inteligencia suprema puede penetrar hasta lo más profundo de tu mente y revelarte pensamientos saludables y deseos puros. El cerebro en realidad no puede tener conocimiento ni alcanzar la excelsitud de esa Mente creadora y cuando el hombre se rinde ante ella y deja de reconocer que perjudiciales acciones mentales puedan gobernar su vida despertará a su verdadera esencia espiritual.
A causa de una curación física que experimentó, Mary Baker Eddy, una de las pioneras en el campo de la medicina mente-cuerpo, investigó la diferencia crucial entre el poder de la mente humana y el poder de Dios. En su época predominaba el mesmerismo o magnetismo animal creado por el médico alemán Franz Mesmer, considerado por algunos como un método misterioso de hipnosis y por otros como las fuerzas psíquicas de las personas. Eddy continuó sus investigaciones por otro camino diametralmente opuesto considerando que un hipnotizador emplea un error para destruir otro. La autora fue determinante en el desarrollo de sus ideas acerca de la naturaleza de Dios y en encontrar “la ciencia que gobernaba” el proceso de curación espiritual. Años más tarde escribió estas ideas sanadoras en su best seller Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras basadas en las curaciones de Jesús sobre el cimiento del Amor divino y la idea de una Mente como la fuente de salud, la Mente Dios.
En otro de sus libros Escritos Misceláneos, expresó: “La consciencia, al elevarse, acumula renovadas formas y un singular fuego de las cenizas del yo que se va desvaneciendo, y renuncia al mundo”.
El pensamiento humano cede a la acción salvadora de Cristo porque el Amor divino siempre está presente y no hay consciencia desprovista de ese amor.
Podemos pensar en el Cristo como el mensaje divino que constantemente habla a la consciencia humana.
En la medida en que comprendas que es la Mente divina la única realidad que gobierna tus acciones podrás dominar las aguas tormentosas de la mente humana y sentirás la acción regeneradora y renovadora del Cristo.
Por María Damiani Email: spain@compub.org Twitter: @compubespana Blog: http://saludyalegria.org/