La AFIP puso en marcha desde este mes la declaración digital obligatoria del traslado ferroviario o automotor de granos. Avanza el desarrollo del control satelital de la producción.
Desde hace una semana, a partir del lunes 1º de noviembre, está en vigencia la obligación del uso de la carta de porte electrónica para el transporte ferroviario o automotor de granos dentro del país. Esta medida se complementa con la utilización y procesamiento de imágenes satelitales por parte de la AFIP, que le permitirán fortalecer su capacidad de fiscalización en un sector por el que transitan los productos primarios que dan origen a una proporción del 45 al 50% de las exportaciones declaradas del país.
Cuando la titular de la AFIP, Mercedes Marcó del Pont, destacó que «la digitalización de la carta de porte representa un hito en la fiscalización del sector agrícola, ya que permite al estado optimizar los controles», hubo entidades rurales que reaccionaron negativamente, porque preferían ver la novedad como una «modernización» de los sistemas de registración, pero no como herramienta de control del Estado. Con esa misma concepción que le daban al tema los representantes de sociedades rurales del interior, lo había tomado como objetivo el anterior gobierno, pero fracasó en alcanzarlo. Entonces argumentaron «problemas técnicos» por los cuales la AFIP de su gestión no logró implementar el sistema.
Al poner en marcha la carta de porte electrónica (CPE a partir de ahora), Marcó del Pont destacó que, con las nuevas herramientas de fiscalización, «será posible limitar las operaciones irregulares, que no sólo afectan la recaudación y alimentan el contrabando, sino que también perjudican a la mayoría de los actores del sector que cumplen con las reglas».
Superando las proyecciones más pesimistas, la actual gestión de la AFIP pudo implementar un mecanismo por el cual, todo productor o comercializador de granos (cereales y oleaginosas) o de legumbres secas (porotos, arvejas y lentejas) que vaya a trasladar por transporte ferroviario o automotor esos productos, deberá tramitar digitalmente la carta de porte describiendo las condiciones básicas de la operación: origen y destino del producto, características del mismo y su volumen, y la identificación del remitente y el receptor (vendedor y comprador, si se tratara de una venta). Todo vehículo automotor o ferroviario que circule por el país con granos deberá estar respaldado por esa carta de porte electrónica.
Maniobras de evasión
Además de la simplificación de trámites para el chacarero –ya no deberá recurrir a una oficina o gestor para que le resuelva la presentación y aprobación del «formulario» en papel–, a través del código de barras y código QR de la CPE, se podrá identificar inmediatamente la «trazabilidad» del grano transportado (su origen y destino, el remitente y el destinatario).
No es un dato menor, teniendo en cuenta que uno de los mecanismos de evasión existente en el comercio de granos es el trabajo de «facilitadores» del traslado de productos vendidos en negro, que lo que hacen es «fabricar carpetas de productor», que no existe, pero a nombre del cual se tramitan las cartas de porte en papel para «blanquear» el traslado de granos transado en negro. La detección y control de este tipo de operaciones de evasión es uno de los puntos objetivo a fiscalizar.
Un segundo plano de prácticas de evasión que la CPE viene a resolver es el del uso de «cartas de porte apócrifas o adulteradas» para burlar los controles en ruta. Una práctica que, obviamente, sólo podía ejecutarse sobre formularios en papel.
Un tercer aspecto, si el sistema de seguimiento y trazabilidad alcanza la eficiencia esperada, es que el control de la circulación de granos por rutas va a limitar la capacidad de «abastecer a puertos ilegales». Estas instalaciones irregulares existen, principalmente en el litoral, porque facilitan la salida del grano para «el cruce» del grano a países limítrofes. O si no, una vez subido a una barcaza, se traslada para ser cargado a otro barco que declara llevar granos para exportación pero se le complementa la carga con un volumen de exportaciones no declaradas. Dos formas de contrabando que, sugieren los especialistas en el tema, «es mucho más habitual de lo que el común de la gente supone».
Monitoreo satelital
El cuarto frente de ataque a la evasión será el que aporte el monitoreo satelital, como herramienta complementaria de la CPE. «Es una herramienta en desarrollo», expresan con cautela fuentes oficiales. Pero el proceso está bastante avanzado.
«Las herramientas de monitoreo satelital son el resultado del trabajo conjunto con el Ministerio de Ciencia y Tecnología, y la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE)», describen fuentes del propio organismo. «La información que suministra la CONAE es administrada y analizada por una un área especializada en imágenes satelitales de la AFIP, creada con el fin de fiscalizar. Los datos permiten realizar cruces de información con las distintas bases de datos para potenciar las acciones de investigación y fiscalización que realiza la DGI».
Una de las principales herramientas de que dispone la AFIP para la fiscalización y el control en granos es el Sistema de Información Simplificado Agrícola (SISA). Este régimen de información establece que los titulares de las explotaciones agropecuarias deben registrar sus inmuebles y los productores o arrendatarios declaran las actividades desarrolladas en esas tierras. El Mapa de Monitoreo Permanente de Cultivos permitirá identificar diferencias entre lo declarado por los productores y/o titulares de campos y lo que efectivamente existe y se produce, confían en la AFIP.
El desarrollo de la herramienta se profundizará a lo largo de 2022 en distintas etapas. Las imágenes satelitales permitirán no solamente saber qué campos están efectivamente en producción, aunque no estén declarados, sino además con qué productos y hasta con qué nivel de rendimientos. A partir de allí, el monitoreo sigue a través del control de la CPE para saber cuánto se cargó para su traslado, con qué destino y quién lo recibió.
La primera prueba era poner en marcha el sistema de CPE y verificar su funcionamiento. «No hubo problemas de conectividad, tampoco de saturación de sistemas por la cantidad de operaciones simultáneas. En la primera semana, de lunes a viernes, se emitieron un promedio de 10 mil a 11 mil cartas de porte electrónicas diarias, lo cual es un muy buen número. Las cartas de porte en papel estaban en el orden de las 14 mil por día», evalúan en el organismo que dirige Marcó del Pont.
Por Raúl Dellatorre