A 16 años de su partida de Don Lazaro Flury, bueno es conocer siempre algo más de su legado literario. Por Marta Bruno
En su libro La tierra y sus hombres, habla don Lázaro de “la poesía folklórica”. Después de explicar el propósito de su trabajo y de dejar en claro el significado de la expresión “Proyección folklórica”, dice que la poesía folklórica puede dividirse en tres grupos. Hoy elijo ilustrar esta nota con dos ejemplos. Uno, correspondiente al primero, al que denomina “Proyección pura”.
“De tanto rodar la piedra
De piedra se ha vuelto arena
Que arena me vuelvo yo antes de andar dando pena”
Domingo Zerpa
Ésta es una de las coplas que el autor pone como muestra del primer grupo. Y hoy, en esta breve reseña, sólo transcribo unos versos de Jaime Dávalos que don Lázaro da como ejemplo del segundo, llamado “Proyección semi-pura”: “Vengo del ronco tambor de la luna/en la memoria del puro animal/ soy una astilla de tierra que vuelve/ hacia su oscura raíz mineral”.
En un próximo encuentro, podríamos ocuparnos del tercer grupo, conocido como “Proyección libre”.
Bien. Hay gente que extraña todavía a don Lázaro. Lázaro Flury, folklorólogo, investigador, docente, periodista, escritor. Hay gente que lo extraña y que lo sigue admirando. ¿Saben por qué escribo esto yo? Porque hoy hace 16 años que inició su camino en la otra vida. Dieciséis años.
La forma de recordarlo, creo yo, es aprendiendo cada vez más de su legado. Conociendo parte de la obra literaria que nos dejó. Seguramente, para el 27 de enero – día en que nació en el año 1909, en un paraje cercano a San Martín de las Escobas, aquí en el departamento San Martín de la provincia de Santa Fe- seguramente, digo, seguiremos ofreciendo otros pasajes de sus libros. Entonces, me despido con otra de las coplas que él transcribe, que empiezan con el conocido “De tanto…”. Una manera de respetarlo, querido don Lázaro. De agradecer, también, ese camino que abrió usted con generosidad.
“De tanto vestir con alma
Las coplas de mi canción,
Desnudo y a la intemperie
Me ha quedado el corazón”
Horacio Enrique Guillén